
EL DOLOR entenderlo, no temerlo.
- KLAN

- 29 jul
- 3 Min. de lectura
Por Raúl Baca.
Quiero hablarte de algo que, sí o sí, vas a sentir en algún punto cuando entrenas: el dolor. Pero no para asustarte, al contrario. Lo que quiero es ayudarte a entenderlo mejor, porque una de las cosas más importantes cuando entrenas de forma consciente es aprender a diferenciar las sensaciones que te da tu cuerpo.
No todo lo que sientes es “dolor malo”
Mucha gente me dice: “Me duelen las pompas del entrenamiento de ayer” y yo les digo: ¿seguro que te duelen? ¿O simplemente las sientes trabajadas?
Y es que usamos la palabra “dolor” muy a la ligera. Y esa palabra, automáticamente, la relaciono con algo negativo, algo que no deberíamos sentir. Pero muchas veces, lo que estás sintiendo no es dolor, es una sensación completamente normal post-entrenamiento.
Aprender a usar las palabras correctas no es sólo por hablar bonito: es para que te conozcas mejor, entiendas tu cuerpo y puedas avanzar con más seguridad.
Sensaciones comunes que vale la pena identificar
Aquí te dejo una especie de guía rápida, sin tanta ciencia, para ayudarte a diferenciar tipos de molestias:
-Músculo trabajado
Cansancio, tensión, rigidez tolerable al moverlo
-Dolor muscular
Dolor tipo cuerpo cortado, molesta al presionar o mover, pero tolerable
-Contractura
Sensación de bola dura, jala, limita el movimiento cuando te estiras.
-Dolor articular
Sensación punzante, tipo “Picahielo”, ardor o inestabilidad
-Dolor agudo o inesperado
Dolor repentino, fuerte, incapacita
La clave:
observar y comunicar
Cuando sientas algo raro, no te espantes, pero tampoco te calles. Lo peor que puedes hacer es seguir entrenando como si nada sin decirnos. Porque como coaches, necesitamos esa información para ayudarte: saber qué movimiento estabas haciendo, en qué momento lo sentiste, qué tipo de dolor fue… Todo eso nos da pistas para ayudarte mejor.
Y si hay dolor real, el cuerpo te está avisando que algo no está bien. No es para que te frustres ni te espantes, pero sí es para que pongas atención. No lo tapes con pastillas ni lo ignores hasta que “se pase”. Obsérvalo, escucha qué te está diciendo tu cuerpo, y busca la raíz del problema.
La gota que derramó el vaso
Una frase que siempre repito en KLAN es: “Ese movimiento no fue el problema, fue la gota que derramó el vaso.”
Y es verdad. El cuerpo es fuerte, resistente, adaptable. No te lesionas por un solo mal movimiento. Te lesionas porque ya venías acumulando malos hábitos: mala postura, falta de fuerza, desequilibrio muscular, poca movilidad. Ese mal paso, esa sentadilla mal hecha… sólo rompio
un vaso que ya estaba lleno.
Entonces lo importante no es solo ver qué hiciste en ese momento, sino ver qué venías haciendo (o dejando de hacer) antes.
Muchas veces no es donde duele… es de dónde viene
Esto también me lo encuentro mucho con los alumnos. Me dicen: “Me duele la rodilla.” Les pregunto: “¿Sabes qué tienes?” Y el 80% no sabe. Nunca se lo han checado, o fueron al fisio una vez y ya. Y después el dolor regresa.
Pero el dolor en la rodilla no siempre viene de la rodilla. A veces el problema está en la cadera, en la espalda, en los tobillos, en el arco del pie, o en los tenis que usas. Y si solo tratamos la rodilla, pero no vemos el origen real, el problema sigue ahí.
¿Entonces qué hago si me duele algo?
Observa. Dónde duele? Cómo se siente? Cuándo empezó?
No te calles. Avísanos. No estamos para juzgarte, sino para ayudarte.
No lo tapes. Ni con pastillas, ni con hielo a lo loco. Entiende qué lo causó.
Muévete con conciencia. El dolor no se combate con más dolor, pero tampoco con miedo.
Busca la causa







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